miércoles, 29 de septiembre de 2021

En nuestro estante...otro clásico EL DIABLO DE LA BOTELLA

Hola!!!! hoy ponemos en nuestro estante este título que es uno de los relatos más famosos que se han escrito sobre este personaje es El diablo en la botella

Su autor, el inglés Robert Louis Stevenson, lo escribió en 1891 y lo tituló The Bottle Imp. Y si bien imp, en inglés, significa “diablillo”, habrá que ver hasta dónde logra dominar a quienes lo tienen cerca. La traducción más difundida de ese título ha sido El diablo en la botella; pero también existen versiones en las cuales se llama: El demonio en la botella, La botella diabólica, La botella endemoniada o El diablo de la botella. Palabras más, palabras menos, su nombre siempre aparece escrito. Y al lector le resta animarse a una historia de miedos, tensión y aventura.

Hacé click en la imágen y sacalo de nuestro estante.



jueves, 9 de septiembre de 2021

"EL BARRIO DEL BORMONDONGO Y OTROS BAILONGOS"

La Biblioteca Pop Juglares compartió un cuento de la extraordinaria Marcela Sabio, en su voz, ilustrado por Mariana Reyes y con narrativa audiovisual de Eliana Córdoba.
Les presentamos a "EL BARRIO DEL BORMONDONGO Y OTROS BAILONGOS"





miércoles, 25 de agosto de 2021

¡¡¡¡Feliz día queridos LECTORES!!!!! ¡QUÉ LINDO ES LEER!

 


DÍA DEL LECTOR. ¿Conocés tus derechos como lector?

 Cada 24 de agosto desde el año 2012 se celebra el Día del Lector en honor al natalicio del célebre escritor y sobre todo LECTOR: JORGE LUIS BORGES. 




Decálogo de los derechos del lector

¡El lector! ¡Atrapen al lector! Antes de ser acusado, debe conocer sus derechos.

En 1992 el profesor de Literatura y escritor francés Daniel Pennac expuso, en su ensayo Como una novela, el siguiente decálogo de “derechos del lector” con el propósito de rehabilitar la lectura por placer frente a la lectura sujeta a planes de aprendizaje de cualquier tipo:

1. El derecho a no leer

“Como toda enumeración de derechos que se precie, la de los derechos de la lectura debe abrirse por el derecho a no utilizarlo –en este caso el derecho a no leer–, sin el cual no se trataría de una lista de derechos sino de una trampa perversa”.

2. El derecho a saltarse las páginas

“Si tienen ganas de leer Moby Dick pero se desaniman ante las disquisiciones de Melville sobre el material y las técnicas de la caza de la ballena, no es preciso que renuncien a su lectura sino que se las salten, que salten por encima de esas páginas y persigan a Ahab sin preocuparse del resto, ¡de la misma manera que él persigue su blanca razón de vivir y de morir!”.

3. El derecho a no terminar un libro

“Hay treinta y seis mil motivos para abandonar una novela antes del final: la sensación de ya leída, una historia que no nos engancha, nuestra desaprobación total a la tesis del autor, un estilo que nos pone los pelos de punta, o por el contrario una ausencia de escritura que no es compensada por ninguna razón de seguir adelante…”.

4. El derecho a releer

“Releer lo que me había ahuyentado una primera vez, releer sin saltarme un párrafo, releer por comprobación…”.

5. El derecho a leer cualquier cosa

Lo que no impide, según Pennac, que haya buenas y malas novelas. “Las más de las veces comenzamos a tropezarnos en nuestro camino con las segundas. Y, caramba, tengo la sensación de haberlo pasado ‘formidablemente bien’ cuando me tocó pasar por ellas. Tuve mucha suerte: nadie se burló de mí, ni pusieron los ojos en blanco, ni me trataron de cretino. Se limitaron a colocar a mi paso algunas ‘buenas’ novelas cuidándose muy bien de prohibirme las demás”.

6. El derecho al bovarismo

Pennac define el bovarismo (o síndrome de Madame Bovary) como “la satisfacción inmediata y exclusiva de nuestras sensaciones: la imaginación brota, los nervios se agitan, el corazón se acelera, la adrenalina sube, se producen identificaciones por doquier, y el cerebro confunde (momentáneamente) lo cotidiano con lo novelesco”.

7. El derecho a leer en cualquier lugar

“Cada mañana durante los dos meses de invierno, confortablemente sentado en la sala de los retretes cerrada con siete llaves, el soldado Fulano vuela muy por encima de las contingencias militares. ¡Todo Gógol!”.

8. El derecho a hojear

“Se puede abrir a Proust, a Shakespeare o la correspondencia de Raymond Chandler por cualquier parte, hojear aquí y allá, sin correr el menor riesgo de sentirse decepcionado”.

9. El derecho a leer en voz alta

“Extraña desaparición de la lectura en voz alta. ¿Qué habría pensado de esto Dostoievski? ¿Y Flaubert? ¿Ya no tenemos derecho a meternos las palabras en la boca antes de clavárnoslas en la cabeza? ¿Ya no hay oído? ¿Ya no hay música? ¿Ya no hay saliva? ¿Las palabras ya no tienen sabor?”.

10. El derecho a callarnos

Los lectores no están obligados a proporcionar información sobre qué leen y por qué lo hacen. Para Pennac, “nadie tiene poderes para pedirnos cuentas sobre esa intimidad”.

martes, 15 de junio de 2021

Libros...y más libros en nuestra AUDIOTECA...asomate

 

TEXTURA DE LIBROTECA: Moronao...Que Rosario suene a cuento

La Biblioteca de Babel de Borges.... en nuestro estante

 En nuestro estante para celebrar este día del libro esta maravillosa obra de Jorge Luis Borges...





LIBROS...LIBRITOS...LIBRACOS...SIEMPRE LIBROS


 

Hoy, 15 de Junio, Día del Libro!!!!!

martes, 8 de junio de 2021

VIAJE A LA BANDERA de Cecilia Pisos

Nuestra Biblio se está pintando de celeste y blanca, en este mes de la nuestra bandera te traemos de Cecilia Pisos su obre Viaje a la Bandera 

martes, 1 de junio de 2021

Tejedora de palabras: Laura Devetach

 
Laura Devetach...una tejedora de 
palabras


Nació en la provincia de Santa Fe. 
Es Licenciada en Letras Modernas, 
por la Universidad Nacional de Córdoba. 
Ha escrito cuentos, obras de teatro
y libretos de televisión, 
además de realizar un importante 
trabajo de recopilación de relatos, 
poemas, dichos y coplas populares.


Escribe Laura Devetach :
 
"Voy a retomar una urdimbre de textos que fueron, entre otros, el piso de mis vivencias infantiles y
también el de miles de personas como yo. Urdimbre que se convirtió en trabajo hace unos años, que me
expresó ampliamente y que ayudó a expresarse a quienes estaban a mi alrededor. Invito a quienes me
escuchan a dejarse llevar por el hilo para pasar del otro lado del ojo de la aguja.
"Había una vez el va y el ven, el va y ven, el vaivén, de un arrorró mi niño, arrorró mi sol, arrorró pedazo de
mi corazón. Duerme, duerme negrito, que tu mama está en el campo, trabajando, duramente
trabajando. Ay que viene el coco a comerse a los niños que duermen poco. Noni noni noni, mm, mm, mm,
scht, scht, scht…
Un día el arrorró mi niño hizo tortita de manteca, para mamá que le da la teta, tortita de cebada, para
papá que no le da nada. Y entonces, este cazó un pajarito, este lo desplumó y este pícaro se lo comió.
Y siempre el tilín tilín, el chas, el broom, el guau, el pío, el cocó, el tolón, el ¿QUÉ?... Eto, eto, ¡cá tá! Y
entonces vino un gato que tenía calzón de trapo y la cabeza al revés, ¿Querés que te lo cuente otra vez?
No me digas sí porque los zapatitos me aprietan, las medias me dan calor, y aquel mocito de enfrente me
tiene loca de amor. No me digas no porque a Juancito de Juan Moreyra hay que darle la escupidera, que
anoche comió una pera y le vino una cursiadera. Todo porque Cenicienta quería ir al baile del príncipe y la
madrastra no la dejaba. Mientras tanto, Blancanieves vivía en el bosque con sus siete enanos.
Y siempre, el chunga chunga, el crak, el ring, el blablablá. Y diostesalveMaría... ElfrutodetuvientreJesús.
(¿Qué es tesalve? ¿Qué es tuvientreJesús?).
Y entonces, un día, ALA, A-LA, A-L-A, A-LA, ALA.
Alas para la gallina turuleca que sentada en el verde limón, con el pico cortaba la rama, con la rama
cortaba la flor. Pero cuando los cinco patitos se fueron a bañar, escucharon: febo asoma, sordos ruidos
oír se dejan tras los muros del histórico convento (¿Qué ruidos hacen los sordos detrás de los muros?)
Bum burumbum, pam papám. Bum burumbúm, pam papám, viene la murga. Yo por vos me rompo todo,
y te vengo a saludar, y a decirte que el gobierno, de hambre nos va a matar. Bum burumbúm, pam
papám. Mamá eu quero, mamá eu quero mamá.
–¿Qué gusto tiene la sal? –preguntó Hansel a Gretel con la boca llena de casita de chocolate.
–¡Salado! –contestó Pinocho mientras se tiraba al mar desde la boca de la ballena, llevándose a Gepetto
al hombro.
La princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?, los suspiros se escapan de su boca de fresa.
–Este año, sin regalos, no va a parecernos que estamos en Navidad –dijo Jo con disgusto.
–A mí no me parece justo que algunas tengan tantas cosas bonitas mientras que otras no tienen nada –
añadió Amy.
–Tenemos a mamá, a papá y nos tenemos las unas a las otras –dijo Beth.
–¡Esta familia es una cooperativa! –comentó Mafalda, mientras Susanita declaraba que las casas tienen
que ser como la del hornero, que tiene sala y tiene alcoba, y aunque en ella no hay escoba, limpia está
con todo esmero.
Pero: Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis.
Todo de angaú nomás. Por eso Malena tiene pena de bandoneón: todos los viernes el amado se le
convierte en lobizón. Se no é vero, é ben trovatto.
Y así fue como la luna vino a la fragua con su polizón de nardos. Los flamencos bailaban y bailaban con
sus medias coloradas, blancas y negras. Y despertaron a Alicia que venía del país de las maravillas, y allí estaba Batman, esperándola.
–Bésame –cantó–. Bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez. Se callaron las luces, se
encendieron los grillos, y una música los abrazó. Era Lisa Simpson en un solo de saxo.
Y colorín colorado, seguramente este cuento no se ha terminado."

Fragmento de "El ojo de la aguja", discurso de Laura Devetach en ocasión de recibir el Doctorado Honoris Causa de la UNC - Universidad Nacional de Córdoba en 2008.

viernes, 30 de abril de 2021

La isla de los inventos

La Isla de los inventos



La primera vez que Luca oyó hablar de la Isla de los Inventos era todavía muy pequeño, pero las maravillas que oyó le sonaron tan increíbles que quedaron marcadas para siempre en su memoria. Así que desde que era un chaval, no dejó de buscar e investigar cualquier pista que pudiera llevarle a aquel fantástico lugar. Leyó cientos de libros de aventuras, de historia, de física y química e incluso música, y tomando un poco de aquí y de allá llegó a tener una idea bastante clara de la Isla de los Inventos: era un lugar secreto en que se reunían los grandes sabios del mundo para aprender e inventar juntos, y su acceso estaba totalmente restringido. Para poder pertenecer a aquel selecto club, era necesario haber realizado algún gran invento para la humanidad, y sólo entonces se podía recibir una invitación única y especial con instrucciones para llegar a la isla.



Luca pasó sus años de juventud estudiando e inventando por igual. Cada nueva idea la convertía en un invento, y si algo no lo comprendía, buscaba quien le ayudara a comprenderlo. Pronto conoció otros jóvenes, brillantes inventores también, a los que contó los secretos y maravillas de la Isla de los Inventos. También ellos soñaban con recibir "la carta", como ellos llamaban a la invitación. Con el paso del tiempo, la decepción por no recibirla dio paso a una colaboración y ayuda todavía mayores, y sus interesantes inventos individuales pasaron a convertirse en increíbles máquinas y aparatos pensados entre todos. Reunidos en casa de Luca, que acabó por convertirse en un gran almacén de aparatos y máquinas, sus invenciones empezaron a ser conocidas por todo el mundo, alcanzando a mejorar todos los ámbitos de la vida; pero ni siquiera así recibieron la invitación para unirse al club.


No se desanimaron. Siguieron aprendiendo e inventando cada día, y para conseguir más y mejores ideas, acudían a los jóvenes de más talento, ampliando el grupo cada vez mayor de aspirantes a ingresar en la isla. Un día, mucho tiempo después, Luca, ya anciano, hablaba con un joven brillantísimo a quien había escrito para tratar de que se uniera a ellos. Le contó el gran secreto de la Isla de los Inventos, y de cómo estaba seguro de que algún día recibirían la carta. Pero entonces el joven inventor le interrumpió sorprendido:

- ¿cómo? ¿pero no es ésta la verdadera Isla de los Inventos? ¿no es su carta la auténtica invitación?

Y anciano como era, Luca miró a su alrededor para darse cuenta de que su sueño se había hecho realidad en su propia casa, y de que no existía más ni mejor Isla de los Inventos que la que él mismo había creado con sus amigos. Y se sintió feliz al darse cuenta de que siempre había estado en la isla, y de que su vida de inventos y estudio había sido verdaderamente feliz.
Pedro Sacristán

Trabajo y Poemas

 Hoy en el día del Trabajo lo celebramos entre palabras.

Día del trabajo

En el día del trabajo
de trabajos se hablará,
de mañana, tarde o noche
va la gente a trabajar.

Unos dentro de sus casas,
otros tienen que viajar,
algunos pasan sus horas
trabajando aquí y allá.

Hay trabajos diferentes,
importantes por igual,
trabajar es un derecho
de toda la humanidad.

Ojalá todos pudieran
este día celebrar,
porque el trabajo nos da,
a los hombres dignidad.

M. Zanetti



El trabajo

El trabajo es una obra,
el trabajador su creador,
el trabajo dignifica,
y nos da satisfacción.

Anónimo





El obrero
Madre: cuando sea grande
¡ay que mozo el que tendrás!
te levantaré en mis brazos
como el viento alza el trigal.

Yo no sé si haré tu casa
cual me hiciste tú el pañal,
o si fundiré bronces,
los que son eternidad.

¡Que hermosa casa ha de hacerte
tu niñito, tu titán,
y que sombra tan amante
el alero te va a dar!.

Yo te regaré una huerta,
y tu falda he de colmar
con los frutos perfumados:
pura miel y suavidad.

Gabriela Mistral

miércoles, 28 de abril de 2021

En nuestro estante...EL MUNDO DE DON QUIJOTE

En un rincón del pequeño país de La Mancha, que queda en España, vivía un señor flaco, alto y cincuentón. Algunos dicen que se llamaba Quijada. Otros dicen que se llamaba Quesada. Otros dicen que ni de una ni de otra manera. Pero ese detalle no importa demasiado. Lo que sí importa es saber que este señorón no se preocupaba de casi nada. Ni de su campo ni de su casa ni de su ama de casa ni de su sobrino ni de su amigo el cura. Lo único que le interesaban, eran sus libros. Grandes y chiquitos, gordos o flaquitos, los libros y solo los libros ocupaban todos sus días y todas sus noches. Pero sus libros eran muy especiales: eran libros de caballería. (seguí leyendo...es apasionante...) click AQUÍ...o en la imagen.




martes, 27 de abril de 2021

Diccionario de buenas palabras...Serendipia...¡¡¡qué palabra!!!

Serendipia


Ilustración de Aka Lousie

La palabra serendipia proviene del inglés, serendipity, que deriva del vocablo árabe Serendib o Sarandib, es un nombre persa del país fabuloso árabe de la historia de Simbad, Las mil y una noches. También Serendip es el nombre árabe de la antigua isla llamada Ceilán, la actual Sri Lanka desde 1972. Existe una antigua fábula persa del siglo XVIII, con el título de Los tres príncipes de Serendip, en la que se cuentan las aventuras de tres príncipes, dotados del extraño don de descubrir accidentalmente soluciones a sus problemas. En 1754, el escritor inglés Sir Horace Walpole (1717-1797), recogió este término de ese libro y habló de la riqueza expresiva del serendipity en una carta a Horace Mann.

Por tanto, la serendipia es un descubrimiento o un hallazgo por accidente, por casualidad, inesperado y afortunado, de cosas que no se están buscando ni investigando, ni se preguntaba por ellas y que son la solución para otro problema que se tenía. No es una palabra muy utilizada en español pero algunos de los sinónimos de serendipia son chiripa, carambola (términos coloquiales), suerte. "Tener suerte", "de chiripa" o "por casualidad" es encontrar algo o encontrarse con alguien de forma fortuita, por ejemplo.

Acontecen serendipias normalmente en la ciencia, cuando se descubren cosas sin investigar sobre ello, por casualidad; en la literatura, cuando alguien escribe sobre algo que imagina que posteriormente va a existir y luego se demuestra que existe tal como se lo imaginó; e incluso se puede llamar serendipia cuando encontramos algo en Internet interesante sin haberlo buscado.

También cuando un investigador, después de haber investigado mucho sobre algo sin obtener resultados, a causa de un accidente fortuito o incluso una revelación consigue finalmente su objetivo, se habla de pseudoserendipia.
Ejemplos curiosos de serendipia:
Arquímedes se introdujo en una bañera y observó cómo su cuerpo desplazaba una masa de agua equivalente al volumen sumergido. Así descubrió el principio de Arquímedes y salió desnudo a la calle gritando: ¡Eureka!

Dicen que Cristóbal Colón descubrió América en 1492 buscando las Indias, y cuando llegó a América creía que eran las Indias, por eso llamó a los nativos, indios o indígenas.

Morgan Robertson escribió un libro en 1898 llamado Futility or The Wreck of the Titan donde narra el naufragio de un transatlántico llamado Titán, y 14 años después el Titanic sufre un naufragio con muchas coincidencias asombrosas.

Para nuestra sorpresa, esta palabra no se encuentra catalogada en el Diccionario de la Real Academia Española. Su significado general fue extraído de la página Significados.

jueves, 15 de abril de 2021

Animate ...el lenguaje de las imágenes



«Animate»La comunicación de ideas a través de imágenes y sonidos constituye un lenguaje, una forma de hablar. Paso a paso para hacer tu propio material audiovisual.



miércoles, 14 de abril de 2021

Te cuento uno cortito

Un huevo

Anónimo japonés

Un viajero encuentra en el campo a un personaje con una cabeza completamente

lisa como un huevo, sin un solo rasgo. Aterrorizado

sube a la carreta y le pide al campesino que arree el caballo de inmediato.

–¿Qué pasa? –le pregunta el campesino.

–Fue que vi a un hombre que tenía el rostro liso como un huevo.

–Entonces –respondió el campesino volviéndose– ¿tenía el mismo

rostro que yo?




La tradición literaria japonesa es muy rica en mitologías y leyendas. También en esta cultura los relatos se transmitieron en forma anónima a lo largo de los tiempos, de generación en generación. Primero por medio de la lengua hablada, las historias recién empezaron a ser registradas en el siglo Octavo, cuando se incorporó a la cultura nipona la escritura ideográfica proveniente de China. Este texto de la tradición oral japonesa fue tomado de El Libro de la Imaginación, de Edmundo Valadés. Fondo de Cultura Económica, México, 1987, 4ta. edición.

Miedos...coraje...sueños...

A seis años de su no muerte, un texto de Eduardo Galeano de "El libro de los abrazos"


martes, 13 de abril de 2021

"Dos palabras" de Isabel Allende ...en nuestro estante

Dos palabras




Tenía el nombre de Belisa Crepusculario, pero no por fe de bautismo o acierto de su madre, sino porque ella misma lo buscó hasta encontrarlo y se vistió con é1. Su oficio era vender palabras. Recorría el país, desde las regiones más altas y frías hasta las costas calientes, instalándose en las ferias y en los mercados, donde montaba cuatro palos con un toldo de lienzo, bajo el cual se protegía del sol y de la lluvia para atender a su clientela. No necesitaba pregonar su mercadería, porque de tanto caminar por aquí y por allí, todos la conocían. Había quienes la aguardaban de un año para otro, y cuando aparecía por la aldea con su atado bajo el brazo hacían cola frente a su tenderete. Vendía a precios justos. Por cinco centavos entregaba versos de memoria, por siete mejoraba la calidad de los sueños, por nueve escribía cartas de enamorados, por doce inventaba insultos para enemigos irreconciliables. También vendía cuentos, pero no eran cuentos de fantasía, sino largas historias verdaderas que recitaba de corrido sin saltarse nada. Así llevaba las nuevas de un pueblo a otro. La gente le pagaba por agregar una o dos líneas: nació un niño, murió fulano, se casaron nuestros hijos, se quemaron las cosechas. En cada lugar se juntaba una pequeña multitud a su alrededor para oírla cuando comenzaba a hablar y así se enteraban de las vidas de otros, de los parientes lejanos, de los pormenores de la Guerra Civil. A quien le comprara cincuenta centavos, ella le regalaba una palabra secreta para espantar la melancolía. No era la misma para todos, por supuesto, porque eso habría sido un engaño colectivo. Cada uno recibía la suya con la certeza de que nadie más la empleaba para ese fin en el universo y más allá.

Belisa Crepusculario había nacido en una familia tan mísera, que ni siquiera poseía nombres para llamar a sus hijos. Vino al mundo y creció en la región más inhóspita, donde algunos años las lluvias se convierten en avalanchas de agua que se llevan todo, y en otros no cae ni una gota del cielo, el sol se agranda hasta ocupar el Horizonte entero y el mundo se convierte en un desierto. Hasta que cumplió doce años no tuvo otra ocupación ni virtud que sobrevivir al hambre y la fatiga de siglos. Durante una interminable sequía le tocó enterrar a cuatro hermanos menores y cuando comprendió que llegaba su turno, decidió echar a andar por las l1anuras en dirección al mar, a ver si en el viaje lograba burlar a la muerte. La tierra estaba erosionada, partida en profundas grietas, sembrada de piedras, fósiles de árboles y de arbustos espinudos, esqueletos le animales blanqueados por el calor. De vez en cuando tropezaba con familias que, como ella, iban hacia el sur siguiendo el espejismo del agua. Algunos habían iniciado la marcha llevando sus pertenencias al hombro o en carretillas, pero apenas podían mover sus propios huesos y a poco andar debían abandonar sus cosas. Se arrastraban penosamente, con la piel convertida en cuero de lagarto y sus ojos quemados por la reverberación de la luz. Belisa los saludaba con un gesto al pasar, pero no se detenía, porque no podía gastar sus fuerzas en ejercicios de compasión. Muchos cayeron por el camino, pero ella era tan tozuda que consiguió atravesar el infierno y arribó por fin a los primeros manantiales, finos hilos de agua, casi invisibles, que alimentaban una vegetación raquítica, y que más adelante se convertían en riachuelos y esteros.

Belisa Crepusculario salvó la vida y además descubrió por casualidad la escritura. Al llegar a una aldea en las proximidades de la costa, el viento colocó a sus pies una hoja de periódico. Ella tomó aquel papel amarillo y quebradizo y estuvo largo rato observándolo sin adivinar su uso, hasta que la curiosidad pudo rnás que su timidez. Se acercó a un hombre que lavaba un caballo en el mismo charco turbio donde ella saciara su sed.

--¿Qué es esto?--preguntó.

--La página deportiva del periódico--replicó el hombre sin dar muestras de asombro ante su ignorancia.

La respuesta dejó atónita a la muchacha, pero no quiso parecer descarada y se limitó a inquirir el significado de las patitas de mosca dibujadas sobre el papel.

--Son palabras, niña. Allí dice que Fulgencio Barba noqueó al Nero Tiznao en el tercer round.

Ese día Belisa Crepusculario se enteró que las palabras andan sueltas sin dueño y cualquiera con un poco de maña puede apoderárselas para comerciar con ellas. Consideró su situación y concluyó que aparte de prostituirse o emplearse como sirvienta en las cocinas de los ricos, eran pocas las ocupaciones que podía desempeñar. Vender palabras le pareció una alternativa decente. A partir de ese momento ejerció esa profesión y nunca le interesó otra. Al principio ofrecía su mercancía sin sospechar que las palabras podían también escribirse fuera de los periódicos. Cuando lo supo calculó las infinitas proyecciones de su negocio, con sus ahorros le pagó veinte pesos a un cura para que le enseñara a leer y escribir y con los tres que le sobraron se compró un diccionario. Lo revisó desde la A hasta la Z y luego lo lanzó al mar, porque no era su intención estafar a los clientes con palabras envasadas.

Varios años después, en una mañana de agosto, se encontraba Belisa Crepusculario en el centro de una plaza, sentada bajo su toldo vendiendo argumentos de justicia a un viejo que solicitaba su pensión desde hacía diecisiete años. Era día de mercado y había mucho bullicio a su alrededor. Se escucharon de pronto galopes y gritos, ella levantó los ojos de la escritura y vio primero una nube de polvo y enseguida un grupo de jinetes que irrumpió en el lugar. Se trataba de los hombres del Coronel, que venían al mando del Mulato, un gigante conocido en toda la zona por la rapidez de su cuchillo y la lealtad hacia su jefe. Ambos, el Coronel y el Mulato, habían pasado sus vidas ocupados en la Guerra Civil y sus nombres estaban irremisiblemente unidos al estropicio y la calamidad. Los guerreros entraron al pueblo como un rebaño en estampida, envueltos en ruido, bañados de sudor y dejando a su paso un espanto de huracán. Salieron volando las gallinas, dispararon a perderse los perros, corrieron las mujeres con sus hijos y no quedó en el sitio del mercado otra alma viviente que Belisa Crepusculario, quien no había visto jamás al Mulato y por lo mismo le extrañó que se dirigiera a ella.

--A ti te busco--le gritó señalándola con su látigo enrollado y antes que terminara de decirlo, dos hombres cayeron encima de la mujer atropellando el toldo y rompiendo el tintero, la ataron de pies y manos y la colocaron atravesada como un bulto de marinero sobre la grupa de la bestia del Mulato. Emprendieron galope en dirección a las colinas.

Horas más tarde, cuando Belisa Crepusculario estaba a punto de morir con el corazón convertido en arena por las sacudidas del caballo, sintió que se detenían y cuatro manos poderosas la depositaban en tierra. Intentó ponerse de pie y levantar la cabeza con dignidad, pero le fallaron las fuerzas y se desplomó con un suspiro, hundiéndose en un sueño ofuscado. Despertó varias horas después con el murmullo de la noche en el campo, pero no tuvo tiempo de descifrar esos sonidos, porque al abrir los ojos se encontró ante la mirada impaciente del Mulato, arrodillado a su lado.

--Por fin despiertas, mujer--dijo alcanzándole su cantimplora para que bebiera un sorbo de aguardiente con pólvora y acabara de recuperar la vida.

Ella quiso saber la causa de tanto maltrato y él le explicó que el Coronel necesitaba sus servicios. Le permitió mojarse la cara y enseguida la llevó a un extremo del campamento, donde el hombre más temido del país reposaba en una hamaca colgada entre dos árboles. Ella no pudo verle el rostro, porque tenía encima la sombra incierta del follaje y la sombra imborrable de muchos años viviendo como un bandido, pero imaginó que debía ser de expresión perdularia si su gigantesco ayudante se dirigía a él con tanta humildad. Le sorprendió su voz, suave y bien modulada como la de un profesor.

--¿Eres la que vende palabras?--preguntó.

--Para servirte--balbuceó ella oteando en la penumbra para verlo mejor.

El Coronel se puso de pie y la luz de la antorcha que llevaba el Mulato le dio de frente. La mujer vio su piel oscura y sus fieros ojos de puma y supo al punto que estaba frente al hombre más solo de este mundo.

--Quiero ser Presidente—dijo él.

Estaba cansado de recorrer esa tierra maldita en guerras inútiles y derrotas que ningún subterfugio podía transformar en victorias. Llevaba muchos años, durmiendo a la intemperie, picado de mosquitos, alimentándose de iguanas y sopa de culebra, pero esos inconvenientes menores no constituían razón suficiente para cambiar su destino. Lo que en verdad le fastidiaba era el terror en los ojos ajenos. Deseaba entrar a los pueblos bajo arcos de triunfo, entre banderas de colores y flores, que lo aplaudieran y le dieran de regalo huevos frescos y pan recién horneado. Estaba harto de comprobar cómo a su paso huían los hombres, abortaban de susto las mujeres y temblaban las criaturas, por eso había decidido ser Presidente. El Mulato le sugirió que fueran a la capital y entraran galopando al Palacio para apoderarse del gobierno, tal como tomaron tantas otras cosas sin pedir permiso, pero al Coronel no le interesaba convertirse en otro tirano, de ésos ya habían tenido bastantes por allí y, además, de ese modo no obtendría el afecto de las gentes. Su idea consistía en ser elegido por votación popular en los comicios de diciembre.

--Para eso necesito hablar como un candidato. ¿Puedes venderme las palabras para un discurso?--preguntó el Coronel a Belisa Crepusculario.

Ella había aceptado muchos encargos, pero ninguno como ése, sin embargo no pudo negarse, temiendo que el Mulato le metiera un tiro entre los ojos o, peor aún, que el Coronel se echara a llorar. Por otra parte, sintió el impulso de ayudarlo, porque percibió un palpitante calor en su piel, un deseo poderoso de tocar a ese hombre, de recorrerlo con sus manos, de estrecharlo entre sus brazos.

Toda la noche y buena parte del día siguiente estuvo Belisa Crepusculario buscando en su repertorio las palabras apropiadas para un discurso presidencial, vigilada de cerca por el Mulato, quien no apartaba los ojos de sus firmes piernas de caminante y sus senos virginales. Descartó las palabras ásperas y secas, las demasiado floridas, las que estaban desteñidas por el abuso, las que ofrecían promesas improbables, las carentes de verdad y las confusas, para quedarse sólo con aquellas capaces de tocar con certeza el pensamiento de los hombres y la intuición de las mujeres. Haciendo uso de los conocimientos comprados al cura por veinte pesos, escribió el discurso en una hoja de papel y luego hizo señas al Mulato para que desatara la cuerda con la cual la había amarrado por los tobillos a un árbol. La condujeron nuevamente donde el Coronel y al verlo ella volvió a sentir la misma palpitante ansiedad del primer encuentro. Le pasó el papel y aguardó, mientras él lo miraba sujetándolo con la punta de los dedos.

--¿Qué carajo dice aquí?--preguntó por último.

--¿No sabes leer?

--Lo que yo sé hacer es la guerra--replicó é1.

Ella leyó en alta voz el discurso. Lo leyó tres veces, para que su cliente pudiera grabárselo en la memoria. Cuando terminó vio la emoción en los rostros de los hombres de la tropa que se juntaron para escucharla y notó que los ojos amarillos del Coronel brillaban de entusiasmo, seguro de que con esas palabras el sillón presidencial sería suyo.

--Si después de oírlo tres veces los muchachos siguen con la boca abierta, es que esta vaina sirve, Coronel--aprobó el Mulato.

--¿Cuánto te debo por tu trabajo, mujer?--preguntó el jefe.

--Un peso, Coronel.

--No es caro--dijo é1 abriendo la bolsa que llevaba colgada del cinturón con los restos del último botín.

--Además tienes derecho a una ñapa. Te corresponden dos palabras secretas--dijo Belisa Crepusculario.

--¿Cómo es eso?

Ella procedió a explicarle que por cada cincuenta centavos que pagaba un cliente, le obsequiaba una palabra de uso exclusive. El jefe se encogió de hombros, pues no tenía ni el menor interés en la oferta, pero no quiso ser descortés con quien lo había servido tan bien. Ella se aproximó sin prisa al taburete de suela donde é1 estaba sentado y se inclinó para entregarle su regalo. Entonces el hombre sintió el olor de animal montuno que se desprendía de esa mujer, el calor de incendio que irradiaban sus caderas, el roce terrible de sus cabellos, el aliento de yerbabuena susurrándo en su oreja las dos palabras secretas a las cuales tenía derecho.

--Son tuyas, Coronel--dijo ella al retirarse--. Puedes emplearlas cuanto quieras.

El Mulato acompañó a Belisa hasta el borde del camino, sin dejar de mirarla con ojos suplicantes de perro perdido, pero cuando estiró la mano para tocarla, ella lo detuvo con un chorro de palabras inventadas que tuvieron la virtud de espantarle el deseo, porque creyó que se trataba de alguna maldición irrevocable.

En los meses de setiembre, octubre y noviembre el Coronel pronunció su discurso tantas veces, que de no haber sido hecho con palabras refulgentes y durables el uso lo habría vuelto ceniza. Recorrió el país en todas direcciones, entrando a las ciudades con aire triunfal y deteniéndose también en los pueblos más olvidados, allí, donde sólo el rastro de basura indicaba la presencia humana, para convencer a los electores que votaran por é1. Mientras hablaba sobre una tarima al centro de la plaza, el Mulato y sus hombres repartían caramelos y pintaban su nombre con escarcha dorada en las paredes, pero nadie prestaba atención a esos recursos de mercader, porque estaban deslumbrados por la claridad de sus proposiciones y la lucidez poética de sus argumentos, contagiados de su deseo tremendo de corregir los errores de la historia y alegres por primera vez en sus vidas. Al terminar la arenga del candidato, la tropa lanzaba pistoletazos al aire y encendía petardos y cuando por fin se retiraban, quedaba atrás una estela de esperanza que perduraba muchos días en el aire, como el recuerdo magnífico de un cometa. Pronto el Coronel se convirtió en el político más popular. Era un fenómeno nunca visto, aquel hombre surgido de la guerra civil, lleno de cicatrices y hablando como un catedrático, cuyo prestigio se regaba por el territorio nacional conmoviendo el corazón de la patria. La prensa se ocupó de é1. Viajaron de lejos los periodistas para entrevistarlo y repetir sus frases, y así creció el número de sus seguidores y de sus enemigos.

--Vamos bien, Coronel--dijo el Mulato al cumplirse doce semanas de éxito.

Pero el candidato no lo escuchó. Estaba repitiendo sus dos palabras secretas, como hacía cada vez con mayor frecuencia. Las decía cuando lo ablandaba la nostalgia, las murmuraba dormido, las llevaba consigo sobre su caballo, las pensaba antes de pronunciar su célebre discurso y se sorprendía saboreándolas en sus descuidos. Y en toda ocasión en que esas dos palabras venían a su mente, evocaba la presencia de Belisa Crepusculario y se le alborotaban los sentidos con el recuerdo de olor montuno, el calor de incendio, el roce terrible y el aliento de yerbabuena, hasta que empezó a andar como un sonámbulo y sus propios hombres comprendieron que se le terminaría la vida antes de alcanzar el sillón de los presidentes.

--¿Qué es lo que te pasa, Coronel?--le preguntó muchas veces el Mulato, hasta que por fin un día el jefe no pudo más y le confesó que la culpa de su ánimo eran esas dos palabras que llevaba clavadas en el vientre.

--Dímelas, a ver si pierden su poder--le pidió su fiel ayudante.

--No te las diré, son sólo mías--replicó el Coronel.

Cansado de ver a su jefe deteriorarse como un condenado a muerte, el Mulato se echó el fusil al hombro y partió en busca de Belisa Crepusculario. Siguió sus huellas por toda esa vasta geografía hasta encontrarla en un pueblo del sur, instalada bajo el toldo de su oficio, contando su rosario de noticias. Se le plantó delante con las piernas abiertas y el arma empuñada.

--Tú te vienes conmigo--ordenó.

Ella lo estaba esperando. Recogió su tintero, plegó el lienzo de su tenderete, se echó el chal sobre los hombros y en silencio trepó al anca del caballo. No cruzaron ni un gesto en todo el camino, porque al Mulato el deseo por ella se le había convertido en rabia y sólo el miedo que le inspiraba su lengua le impedía destrozarla a latigazos. Tampoco esta dispuesto a comentarle que el Coronel andaba alelado, y que lo que no habían logrado tantos años de batallas lo había conseguido un encantamiento susurrado al oído. Tres días después llegaron al campamento y de inmediato condujo a su prisionera hasta el candidato, delante de toda la tropa.

--Te traje a esta bruja para que le devuelvas sus palabras, Coronel, y para que ella te devuelva la hombría--dijo apuntando el cañón de su fusil a la nuca de la mujer.

El Coronel y Belisa Crepusculario se miraron largamente, midiéndose desde la distancia. Los hombres comprendieron entonces que ya su jefe no podía deshacerse del hechizo de esas dos palabras endemoniadas, porque todos pudieron ver los ojos carnívoros del puma tornarse mansos cuando ella avanzó y le tomó la mano.
Isabel Allende

miércoles, 31 de marzo de 2021

Argentina tiene HÉROES

 


2 de abril "Día del Veterano de Malvinas"

Cada vez que hablamos de Malvinas convocamos la emoción, la reflexión en torno a nuestra sociedad, el recorrido por la historia y el pasado reciente, la mirada sobre el territorio en una expresión de soberanía, justicia e identidad así como la defensa de los recursos naturales de la región. Leer acerca de Malvinas es construir la memoria colectiva que se despliega y se arraiga en nuestras escuelas y se afianza en la solidaridad latinoamericana. El Plan Nacional de Lectura quiere acercar y acompañar con estos textos a docentes y alumnos de nuestras escuelas, a sus familiares y al conjunto de la comunidad, para pensar la causa Malvinas desde historias pequeñas que sostienen el recuerdo y se proyectan en la conciencia de nuestros derechos

Hoy les dejamos dos obras pequeñas extraídas del Plan Nacional de Lectura.









El extraño caso del amigo invisible


De Adela Basch colocamos este cuento que se llama El extraño caso del amigo invisible




viernes, 19 de marzo de 2021

Me quieren...porque me cuentan cuentos

Un texto de  Paco Abril

Pongamos que me llamo Vanesa y que tengo veintiún meses.
Deseo compartir con vosotros un reciente y fabuloso descubrimiento. Ocurrió poco antes de que mi madre me acostara para dormir. Fue en uno de esos momentos en los que me encontraba intranquila, agitada y sin sueño. Estaba iniciando una protesta por mi incomodidad, cuando mi madre acercó su cara a la mía y me susurró cariñosa: “Lo que tú necesitas para ir al país de los sueños es un cuento”.
Cuento. No sabía lo que ese vocablo significaba, pero tal y como lo expresó mi madre sonaba muy, muy prometedor.
Ella me miró a los ojos y, de pronto, dijo una frase que llenó toda la habitación. Con voz clara, cálida y serena pronunció: “Érase una vez”. Y algo prodigioso ocurrió nada más decir esa fórmula mágica: lo que contaba empezó a cobrar vida dentro de mí. Yo podía verlo, tocarlo, paladearlo, olerlo y sentirlo.
¿Qué poder extraordinario tenía su voz? ¿Cómo era posible que solo con las palabras que salían de su boca yo consiguiera vivir lo que estaba contando? En ese instante supe que esa, sí, que esa magia extraordinaria era lo que ella llamaba cuento.
Ahora todas las noches me dejo llevar por la fascinación de lo que me cuenta, y hasta en el dulce sueño que me invade siempre al final de su relato sigo oyendo la acariciadora voz que me lleva a lugares inesperados.
Un día viajé al país donde viven los monstruos, otro fui con ocho animales a tratar de averiguar a qué sabía Luna, y otro me adentré en un bosque con tres corderitos que, al sentir la presencia de un lobo, se volvieron verdes de miedo.
Ya no puedo dormir sin esa poderosa magia, venga servida por la voz de mi madre o por la de mi padre, pues los dos poseen la misma capacidad de transportarme a lugares que ni te imaginas que puedan existir.
¡Y qué bien se está allí, en ese cobijo construido con palabras, aunque a veces pase un poco de miedo!
Mi descubrimiento no fueron solo los cuentos, sino que la vida entera está metida dentro de ellos. Por eso los cuentos son vida en acción. Os aseguro que puedo quedarme sin comer, pero no sin un cuento. Quiero vivir en ellos.
Ahora estoy más segura que nunca de que mis padres me quieren. Me quieren porque me cuentan cuentos.




Paco Abril (Teruel, España,1947) es un destacado educador, escritor, articulista y promotor de lectura. Es miembro de la Red Internacional de Cuentacuentos. Su libro más reciente es Mitos de Asturias, publicado por Pintar-Pintar Editorial.
Ilustración Leandro Lamas



jueves, 18 de marzo de 2021

Un elefante ocupa mucho espacio de Elsa Bornermann

En nuestro estante hoy este cuento de Elsa Bornermann, sabías que en los días más grises y oscuros de nuestra historia este cuento infantil estuvo prohibido? 

Parece increíble pero no lo es....por eso es importante HACER MEMORIA para que nunca más algo así  vuelva a suceder. 

Lo importante es que  hoy podemos disfrutar juntos de la obra de esta grandiosa escritora argentina.



miércoles, 17 de marzo de 2021

Tres cuentos...tres...y las memorias...

En nuestro estante dejamos estos tres cuentos...una niña del libro que  fue registrando relatos y así los mantuvo a salvo del paso del tiempo. Ul abuelo que plantó árboles para conmemorar cada nacimiento. Y hasta existe un relato sobre el canto del gallo.
Te preguntaste alguna vez:
¿Qué relatos familiares circulan a tu alrededor?

¿Serán olvidados cuando ya no los recuerdes?

¿Cómo era la historia de tus abuelos?

¿Qué anécdotas del pasado se cuentan en cada reunión familiar?

¿Qué historia tuya incorporarías al cuaderno de la memoria familiar? Sería fabuloso escribirlas,  conversar con tu familia y reconstruir los relatos para ir creando nuestra propia Memoria familiar, hasta podrías hacer un libro con relatos y fotografías, no sería genial?

Acá tenés los link para acceder...Click y a leer...que lo disfrutes...












lunes, 4 de enero de 2021

¿Cómo los científicos imaginan lo invisible?

¿Cómo los científicos imaginan lo invisible? Este capítulo de la colección Ciencia que ladra, llamado "Había una vez el átomo" lo cuenta con relatos breves pero entretenidos. Ideales para recomendar a todos para acercarse a la Ciencia de otra forma 



sábado, 2 de enero de 2021

Vacaciones en la Biblio

 




Brindar por brindar

“Brindar por brindar” - Por Mex Urtizberea





Brindemos por brindar.




Brindémonos.




Que todo el mundo brinde lo mejor que tenga para brindar.




Que cada uno brinde su aporte.




Que el mundo brinde oportunidades; que los economistas brinden soluciones; que los comerciantes brinden mejores precios; que la escuela brinde herramientas que sirvan; que el fútbol brinde espectáculo; que los políticos no brinden espectáculo.




Que los horóscopos brinden buenas noticias en Amor; que los pronósticos no brinden fantasía; que los hospitales públicos brinden la mejor atención; que las empresas brinden mejores servicios.




Que los vecinos se brinden ayuda; que los padres brinden apoyo a los maestros; que los maestros brinden apoyo a sus alumnos; que los alumnos se brinden ayuda entre ellos.




Que los automovilistas no brinden mucho si van a conducir; que la televisión brinde algo más.




Que se les brinde tierra a los sin tierra, techo a los sin techo, alimento a los subalimentados.




Que los sueños brinden realidad; que la realidad brinde algunos sueños.




Que la industria brinde trabajo bien remunerado.




Que las fronteras no brinden muros; que a las víctimas se les brinde justicia.




Que los lectores sigan brindando su tiempo para la lectura.




Que los libros brinden libertad.




Que los libreros brinden ofertas.




Que la historia brinde lecciones.




Que la naturaleza nos brinde sus disculpas; que nadie tenga que pedir disculpas por brindarse a su propia naturaleza.




Que los gobernantes se brinden a los ciudadanos.




Que las personas se brinden confianza; que los que se brindan por entero al prójimo sean festejados.




Que a nadie le falte un festejante con quien brindar.




Que el pasado nos brinde experiencia; que la experiencia no nos brinde sólo canas.




Que el Primer Mundo brinde un buen trato al Ultimo Mundo; que no se brinden acuerdos en desacuerdo con el mundo.




Que haya más brindados y menos blindados.




Que brindar por la paz sea más que una frase hecha.




Que la política brinde la posibilidad de evitar las guerras.




Que ningún gobernante, por brindar de más, inicie una guerra.




Que los soldados brinden en sus casas con sus familias.




Que la familia brinde un lugar para ser feliz.




Que la vida nos brinde siempre otra oportunidad.




Que todo el mundo brinde.




Que cada uno brinde su aporte.




Brindemos.




Brindemos todo lo que podamos brindar.




Brindémonos.




Antes del brindis, después del brindis, brindemos un tiempo mejor.




Brindemos un futuro.




Brindemos mañana: que todas las Noches pueden ser Buenas, si cada uno brinda al mundo lo mejor que tiene para brindar.




Nadie nos quita lo brindado.

Para este nuevo año solo pedimos ABRAZOS...