viernes, 26 de junio de 2020

"En nuestro estante" otro cortito de Adolfo Pérez Zelaschi


size: 12x9in Giclee Print: 'Li Hung Chang', c1895, (1904) :

El magnánimo emperador Chang Hung 


Como es sabido, los historiadores se hacen lenguas de la sabiduría, templanza, paciencia y valor del emperador Chang Hung, que reinó hace mil años sobre los chinos. Y en efecto, así fue. Ascendió al trono muy joven, después de agasajar con un misterioso budín a su hermano Pien Tzu, heredero natural del imperio. Chang Hung lloró sobre su tumba, honró con grandes pompas a la viuda y envió a los cinco hijos de Pien Tzu a lejanas tierras para que ganasen fama y experiencia. Lamentablemente, los cinco murieron como jóvenes héroes. En toda la inmensa China el emperador hizo levantar arcos en su memoria. Chang Hung siempre se rodeó de los mejores talentos que pudo hallar, designándolos consejeros y ministros. Cuando pensaba que sus condiciones decaían, los despedía con amistosas muestras de bondad. Poco tiempo después, según los cronistas, un caballo alado se los llevaba al cielo como justo premio por los servicios prestados al emperador. De vez en cuando sucedía lo mismo con algún rico mercader, un mandarín ilustre o un guerrero destacado. En estos casos, una vez comprobado mediante veraces testigos que ellos y también sus familias se habían ido en el caballo alado, sus fortunas pasaban a las arcas de Chang Hung. Pero éste no las guardaba para sí: las distribuía generosamente entre los pobres que lo adoraban como a un padre previsor y magnánimo. Naturalmente delataban de buena fe a los que desobedecían las órdenes del emperador para que éste les enviara el caballo alado, todo según el orden de la Naturaleza. Cada luna nueva reunía a sus cuatro cronistas, que se llamaban Chien Hu, Sun Shu Ao, Ho Su y Kuan Kuei y les alababa su oficio: 139 –Tenéis un gran poder –les decía benévolamente–. Cuando el tiempo pase, la verdad será la que consignen vuestras crónicas. Escribid la historia de mi reinado con entera libertad. Eso sí: os ruego humildemente tener en cuenta mis sentimientos: creo haber hecho algún bien y no recuerdo haber hecho ningún mal. Los cuatro cronistas se inclinaban hasta tocar el suelo con la frente y salían escoltados por soldados que llevaban sus sables desnudos. El Gran Tesorero les daba diez monedas de oro, les suplicaba respetar los sentimientos del emperador, y los encerraba luego en la sala de las espadas para que se aplicaran a su trabajo en paz y con entera tranquilidad de ánimo. A la sala le daban ese nombre porque del techo pendían numerosas y pesadas espadas atadas a lo alto por un delgado hilo de seda que Chang Hung podía cortar en cualquier momento. De esta manera Kuan Kuei, Ho Su, Sun Shu Ao y Chien Hu escribieron la única crónica que existe sobre el reinado de Chang Hung y en la cual se basan los historiadores de hoy para elogiar el valor, la paciencia, la templanza y la sabiduría de ese gran emperador de la China. 


 Adolfo Pérez Zelaschi 


Adolfo Pérez Zelaschi nació en Bolívar, Provincia de Buenos Aires, en 1920. Prolífico narrador, escribió novelas y cuentos policiales y de humor entre los que pueden citarse: La puerta amarilla, Divertimento para revólver y piano. El magnánimo emperador Chang Hung figura en la antología Dos veces bueno 3. Cuentos breves de América y España, compilada por Raúl Brasca (Desde la Gente, Buenos Aires, 1999).

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