Cada 24 de agosto desde el año 2012 se celebra el Día del Lector en honor al natalicio del célebre escritor y sobre todo LECTOR: JORGE LUIS BORGES.
Decálogo de los derechos del lector
¡El lector! ¡Atrapen al lector! Antes de ser acusado, debe conocer sus derechos.
En 1992 el profesor de Literatura y escritor francés
Daniel Pennac expuso, en su ensayo Como una novela, el siguiente decálogo de “derechos del lector” con el propósito de rehabilitar la lectura por placer frente a la lectura sujeta a planes de aprendizaje de cualquier tipo:
1. El derecho a no leer
“Como toda enumeración de derechos que se precie, la de los derechos de la lectura debe abrirse por el derecho a no utilizarlo –en este caso el derecho a no leer–, sin el cual no se trataría de una lista de derechos sino de una trampa perversa”.
2. El derecho a saltarse las páginas
“Si tienen ganas de leer Moby Dick pero se desaniman ante las disquisiciones de Melville sobre el material y las técnicas de la caza de la ballena, no es preciso que renuncien a su lectura sino que se las salten, que salten por encima de esas páginas y persigan a Ahab sin preocuparse del resto, ¡de la misma manera que él persigue su blanca razón de vivir y de morir!”.
3. El derecho a no terminar un libro
“Hay treinta y seis mil motivos para abandonar una novela antes del final: la sensación de ya leída, una historia que no nos engancha, nuestra desaprobación total a la tesis del autor, un estilo que nos pone los pelos de punta, o por el contrario una ausencia de escritura que no es compensada por ninguna razón de seguir adelante…”.
4. El derecho a releer
“Releer lo que me había ahuyentado una primera vez, releer sin saltarme un párrafo, releer por comprobación…”.
5. El derecho a leer cualquier cosa
Lo que no impide, según Pennac, que haya buenas y malas novelas. “Las más de las veces comenzamos a tropezarnos en nuestro camino con las segundas. Y, caramba, tengo la sensación de haberlo pasado ‘formidablemente bien’ cuando me tocó pasar por ellas. Tuve mucha suerte: nadie se burló de mí, ni pusieron los ojos en blanco, ni me trataron de cretino. Se limitaron a colocar a mi paso algunas ‘buenas’ novelas cuidándose muy bien de prohibirme las demás”.
6. El derecho al bovarismo
Pennac define el bovarismo (o síndrome de Madame Bovary) como “la satisfacción inmediata y exclusiva de nuestras sensaciones: la imaginación brota, los nervios se agitan, el corazón se acelera, la adrenalina sube, se producen identificaciones por doquier, y el cerebro confunde (momentáneamente) lo cotidiano con lo novelesco”.
7. El derecho a leer en cualquier lugar
“Cada mañana durante los dos meses de invierno, confortablemente sentado en la sala de los retretes cerrada con siete llaves, el soldado Fulano vuela muy por encima de las contingencias militares. ¡Todo Gógol!”.
8. El derecho a hojear
“Se puede abrir a Proust, a Shakespeare o la correspondencia de Raymond Chandler por cualquier parte, hojear aquí y allá, sin correr el menor riesgo de sentirse decepcionado”.
9. El derecho a leer en voz alta
“Extraña desaparición de la lectura en voz alta. ¿Qué habría pensado de esto Dostoievski? ¿Y Flaubert? ¿Ya no tenemos derecho a meternos las palabras en la boca antes de clavárnoslas en la cabeza? ¿Ya no hay oído? ¿Ya no hay música? ¿Ya no hay saliva? ¿Las palabras ya no tienen sabor?”.
10. El derecho a callarnos
Los lectores no están obligados a proporcionar información sobre qué leen y por qué lo hacen. Para Pennac, “nadie tiene poderes para pedirnos cuentas sobre esa intimidad”.